Los momentos posteriores a la meditación diaria, los ratos de esparcimiento en el hogar, las horas de espera en aeropuertos y en vuelos al trasladarme de un país a otro, son espacios para reflexionar, rememorar, evaluar, proyec- tar o pasar revista de mis actos y de mis pensamientos... Y, muy particularmente, para visualizar la vida desde la pers- pectiva cronológica en que ésta se halla: etapa a la que me ha dado por llamar vejestud, como reflejo de mi sentir...